martes, 13 de julio de 2010

my name is Alka seltzer


Alguien alegro mi madrugada googleando y encontrando los nombres mas raros y pues les pego la nota,espero les guste a partir de hoy my name is Alka seltzer jajaja.







MANABÍ, Ecuador (AP).— Chone es un pueblo de aproximadamente 20 mil habitantes de la provincia de Manabí, en el interior de Ecuador, cuyos habitantes tienen los nombres más increíbles del planeta.

Al juez Adolfo Hitler Flores se le quedó el nombre, aunque en Chone, nadie se atreve a llamarle Hitler, y se queda para sus vecinos en un más discreto Adolfo.

El que haya sido su padre quien decidiera ponerle el nombre completo del genocida lo libra del oprobio. Menos suerte han tenido Hitler Corral, el mecánico, y Hitler Mendoza, el de “allá abajo”.

Chone se vanagloria de ser la cuna de “las mujeres bonitas y los más hombres responsables”. Así reza en las actas y así repiten sus habitantes cada vez que un extranjero pone un pie en su tierra, a unas siete horas en vehículo (por carreteras serpenteantes y algo alejadas de la mano de Dios) de la capital, Quito. Pero también presumen de ser ciudadanos de la capital mundial de los nombres raros.

El padre del juez Adolfo Hitler Flores no hacía más que escuchar en aquellas viejas radios de onda media que un tal Hitler estaba apropiándose de toda Europa. Y no se le ocurrió otra cosa que honrar sus hazañas llamando así al quinto de sus 17 hijos.

Eso, al menos, es lo que piensa el damnificado, Adolfo Hitler Flores de Valgas Alava, puesto que su ingenioso padre ya no está para contarlo.

“Le impresionó que Hitler pudiera reconstruir Alemania después de lo mal que quedó en la Primera Guerra Mundial”, intenta justificar esta víctima onomástica y colateral del führer. Pero no da resultado, y él lo sabe muy bien.

“Claro que no me gusta mi nombre, y pensé cambiarlo porque soy juez y es motivo de guasa, pero le debo un respeto a mi padre”.

Los habitantes de Chone y el más de un millón de la provincia de Manabí, bañada por el Pacífico —agazapadas entre agrestes montañas y caminos laberínticos sus casitas de adobe y caña— lucen en sus carnés de identidad otros nombres increíbles, como Unidad Nacional Centeno, Burger King Herrera, Alí Babá Cárdenas, Vick Vapo-rub Gíler, Conflicto Internacional Loor, Ciempies Pinares, Puro Aguardiente Zambrano...


Basta ojear los directorios telefónicos y los registros civiles de la provincia para verificar la realidad de esta fiebre que impele a los padres manabas a bautizar a sus hijos con copyrights de marca de ropa, coches, perfumes, jarabes, alimentos, equipos o hasta los resultados del fúbol, instituciones...

Simón Bolívar, Napoleón o Cristóbal Colón Jaramillo pasean por las calles del pueblo, y encantados...

En el directorio también figuran Frank Sinatra o John Kennedy Suárez, este último es el dueño de una ferretería que nació el día del magnicidio en Dallas. El padre de JKS incluso envió una carta a la viuda Jacqueline contándole su ocurrencia. Y la futura señora Onassis le respondió agradecida.


“A campeonatos de nombres raros no nos gana nadie”, se carcajea Wilson Warner Flores de Valgas, sobrino de Hitler. “Conocí a una tal Alka Seltzer. Le pusieron así porque esas pastillas fueron las únicas que aliviaron los dolores de su madre en el parto”. Después, recita de corrido los nombres de los más egregios vecinos de Chone: Arcángel Gabriel Salvador, Blanca Nieves Vera, Land Rover García... o Tranquilino Loor, conocido como don Tranco y dueño de una tienda de abarrotes. “¿Por qué no me llamaron Juan Carlos?”, bromea.

El nombre viene de un antepasado, pero no siempre le hizo gracia. “No me querían nombrar gerente del Banco de la Vivienda; no creían que me llamara así”.


Pero la historia de la familia Flores de Valgas no ha acabado. Uno de los hermanos de Hitler se llama Querido Ecuador. Vive en una de las comunidades rurales de Flavio Alfaro, un pueblo perdido entre montañas y a una hora y media en coche de Chone.

La plaza se asemeja a la de cualquier lugar de la zona: rectangular, con la iglesia en medio y alguno que otro puesto callejero donde se sirven colas (refrescos), cervezas, empanadas de yuca o sánduches (según reza el cartel).


Don Querido Ecuador, de 69 años, al contrario que su hermano, está encantado con la delirante tradición onomástica del lugar. “Me dicen Mi Querido, Queridísimo, hasta mi amor...”. Tan encantado está que puso a uno de sus hijos Ecuador de segundo nombre. Enfrente está Yuri, protagonista de una novela radiofónica de la época, otra tradición bautismal del pueblo.


A su pequeña le puso Venus Lollobrigida. Dice que nunca tuvo problemas en la escuela. Cómo iba a tenerlos si uno de sus compañeros se llamaba Angel Gaduol Compuesto, como el jarabe. Los inconvenientes vinieron después, cuando quiso pedir un crédito y se lo negaron porque pensaban que su cédula de identidad era falsa.


En el registro reposan las actas de Luz Divina, Ford Chevrolet, Selva Alegre, Oferta Bienleída, Sostenes, Semiencanto, Perfecta Heroína, Everguito Coito, Dumas, Sony, Poderoso Melchor o Juan Ob. (por obispo, porque así se leía en el santoral que inspiró a sus padres). No es fácil encontrar a muchas de estas personas porque ni siquiera nacieron en Portoviejo, sino que sus padres las inscribieron allí porque les quedaba de paso o ya les habían impedido hacer gala de su originalidad en otro registro.


La singularidad de la familia llega hasta su tío Segundo Ecuador (“mi abuelo pensó que ya había un Ecuador, el país, y su hijo sería el segundo”) y hasta su madre, Blanca Nieves Baque, acostumbrada ya a que le pregunten desde niña dónde dejó a los siete enanitos.

Entre las últimas inscripciones que Zambrano recuerda, figuran las de una niña a la que pusieron Sunami sin t (nacida poco después del huracán que arrasó Indonesia en diciembre de 2003) o Roberto.-. Sí, punto y raya. El director tiene que escribirlo textualmente, intercambiando estupefacciones con los ciudadanos que esperan turno. “El padre me dijo que pusiera eso así y no sabía ni qué decirle”. Zambrano siempre intenta cumplir el artículo 78 de la Ley de Registro Civil, que, desde 1979, obliga a no inscribir más de dos nombres por persona y a evitar palabras “extravagantes, ridículas, que denigren la personalidad o que expresen cosas o nociones”. También prohíbe los diminutivos o los términos que no aclaren el sexo. “Pero muchas veces es imposible hacer entender a la gente, sobre todo a la del campo, que no puede ponerle a su hijo Jesucristo porque a la larga será malo para él”, explica.


1 comentario:

  1. este es mi país jaja... y tengo familia que vive en Chone, por suerte ninguno tiene nombres raros, o tal vez por mala suerte, sería divertido.

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